1 Seis días antes de que comenzara la celebración de la Pascua, Jesús llegó a Betania, a la casa de Lázaro, el hombre a quien él había resucitado.
2 Prepararon una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro estaba entre los que comían con él.
3 Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume.
4 Sin embargo, Judas Iscariote, el discípulo que pronto lo traicionaría, dijo:5 «Ese perfume valía el salario de un año. Hubiera sido mejor venderlo para dar el dinero a los pobres».
6 No es que a Judas le importaran los pobres; en verdad, era un ladrón y, como estaba a cargo del dinero de los discípulos, a menudo robaba una parte para él.
7 Jesús respondió: «Déjala en paz. Esto lo hizo en preparación para mi entierro.
8 Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán».
2. PARA MEMORIZAR
3. REFLEXIÓN
¿Cuánto sabemos nosotros de demostrar nuestro aprecio por el Señor? ¿Sabemos adorarle en verdad? El acto de María no pasó inadvertido, pues “la casa se llenó del olor” Juan13:3. Otros apercibieron del acto de María. Ella no lo hizo para llamar la atención a si misma, sino para destacar el valor que Jesús tenía para ella cuando muchos alrededor querían matarle. María es figura del creyente que adora al Señor. Quien adora no se fija en sí mismo sin en el objeto de su amor y devoción. Es reconocer las virtudes de otro. Es expresar apreciación por el otro.
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